lunes, 13 de junio de 2011

El borde de la tortuga - Norte - Parte I

A 4500 msnm y a mil y pico de kilómetros... o más...
Ya son las 20 horas del 5 de mayo de 2011 y una señora de este pueblito fuera del mundo, al borde del mundo... casi llegando alfinaldelatortuga, me espera para cenar (3 empanaditas de carne que le encargué hace un rato), el pueblo se llama San Isidro, está en Salta y para llegar hay que caminar por montañas, cruzar arroyos, subiendo y bajando durante unas tres horas. A la noche, ceno sola en una cama que no es mía, que nunca más será mía... pero hoy sí, se me brinda y me abraza, y suena Silvio cantando Mariposas... y cuando me desenchufo descubro que afuera reina el silencio más silencioso del mundo.

Y ya son las 20 horas del 13 de junio de 2011 y son muchos menos metros sobre el nivel del mar y muchos menos kilometros de distancia... y la señora de las empanadas acaba de acomodar sus burritos entre las piedras que me hicieron sentir la mujer más torpe hace como un mes... y yo acabo de acomodar los apuntes para mañana y me acabo de acomodar el mate que no da para más... Y la mujer de las empanadas ni mira el cielo, pero si lo hiciera vería más estrellas de las que entran en una sola mirada, o en dos o tres... no importa porque soy la única de San Isidro que mira el cielo... pero ya no estoy en San Isidro y desde mi ventana solo la Luna (sí... "guapa tú!")

Y me acuerdo de las lágrimas, unas que mequedaronpegadas casi al borde del abismo en el que descubrí por un instante, estúpido pequeño silencioso instante, que estaba viva. Me di cuenta de eso. Lo sentí. Sí, ok. Ahora también estoy viva, vivos están los dedos que se mueven por el teclado (no los 10, como debería, pero los pocos que hacen el trabajo le ponen onda lo mismo) y vivos están mis oídos que escuchan a Spinetta decir que hay duraznos sangrantes... pero no es lo mismo. Ahora lo pienso. En ese instante de lágrimas que mequedaronpegadas, lo supe.

Al bordedelatortuga, otra puerta que se abre en los infinitos cuartos... reflejándose unos espejos en otros espejos, volcándome en un caleidoscopio de imágenes que no son las mías, anécdotas que no son tan así, colores que se me mezclan con otros que ni del norte ni del sur ni de la vida en la que venía viviendo... pero da igual, porque al final está el instante... y están esas lágrimas que mequedaronpegadas y nadie puede quitarme lo bailado.

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