domingo, 13 de abril de 2008

Posibilidad de captura

¿No es un poco pretencioso pensar que uno puede en una única vida capturar la de tantos otros que dedicaron las propias a la totalidad de lo que ahora nosotros pretendemos abarcar en un par de meses intensivos -acaso años- de lectura esforzada pero inútil?
Un tipo cualquiera entra, y se dedica de lleno durante su adolescencia, su juventud, su adultéz, su ancianidad -si lo dejan-, a resfregarnos por la cara conclusiones a las que llega de puro curioso, de puro observador. Y entonces va uno y se piensa que si lo leyó, y lo leyó entero entonces listo resulta que al tipo ya lo conocemos. Y otro.
Pero resulta que el tipo había dedicado cientos de noches, cientos de comas, -y apagá la música porque así no hay quién pueda concentrarse!-, y parece que de puro paciente terminó publicando dos o tres libritos, o diez, pero ya no más. Y uno va y dice sin asco, -mirá che, dame algo de este otro, porque de aquél ya leí todo-. Ya leí todo.
A lo mejor no es pretencioso, a lo mejor queda el consuelo de saber que no hay intensidad que garantice lo absoluto de esa captura.
Pero ¿quién lo asegura?... quién afianza el absurdo de mi anhelo de totalidad, argumentando que sólo las dobles, las triples lecturas empiezan a decir algo. Quién me roba, a puro razonamiento descorazonado, la sensación de haber comprendido bien -dolor en los pómulos-, de saber que esto es así y punto.

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