sábado, 29 de agosto de 2009

En ¿mí? día

Tuve que proponerme aceptar definitivamente la metamorfósis...
Y eso que nunca son del todo fáciles de aceptar...

Kafka lo sabe, el Dr. Jekill lo sabe, las orugas de mariposas, los que padecen las "nuevas gestiones" de casi cualquier cosa, las agendas de principio de año, las caras cuando mirán espejos al rato de salir de las peluquerías, los zapatos limpios, la ropa limpia en general y planchada... los sorbos de mate en nuevas bombillas, los tacos, las zandalias de septiembre, las botas de junio, lo saben los jabones y las manos que buscan controles remoto que ya no funcionan, hasta las canillas de los hoteles lo saben... no es fácil.
Así fue mi propia transformación. Me costó hasta la médula.
Tanto había sobreestimado la postrecibida que, parecía que todo iba a reordenarse misteriosamente en torno a una nueva condición que amenazaba con definirme más que ninguna otra cosa. No es un decir es la pura verdad.
Ahora ya sé que no es para tanto, que al final uno termina por aceptar cualquier cosa, por incorporar acepciones como si nada, por hablar de feria, de turno, de despacho, de causa... por decir "buen día" en lugar de "hola" y abrir cualquier puerta y sentirse parte de algo que es un poco uno mismo, pero en otro lado, en un lado raro. Pero uno es uno. Y yo sigo siendo la misma que dice lo que piensa sin estar del todo segura, que llora en cualquier lado y casi por cualquier cosa, que saca desde adentro de vayaunoasaberqué una especie de rayo enfurecido cuando ve cosas que siente que no van... que baja corriendo las escaleras y hace equilibrio en los cordones de las calles, que salta lo más alto que puede para tocar las hojas de los árboles, que se rié de ella misma por ser tan así, tan como que en un punto ¿por qué no?... y entonces: cuáles de estas cosas son de ahora, del posfacu, cuáles no...? al final... qué cambió, qué me define, qué soy... y si lo pienso un poco, no se si soy más yo conmoviéndome por como pasa la luz por una hendija que firmando un acta. Así, que habrá que hacerse cargo de esto y terminar por comprender que uno cambia tanto todo el tiempo que en realidad casi que no cambia nada.
Como sea, acá estoy, caminando por algún lado, yendo en alguna dirección... buscándole la vuelta a lo que hago, a lo que pienso, a lo que no hago, a lo que debería... reencontrándome, perdiéndome... juzgándome, pensándome, haciéndome. No es del todo malo habitar este idílico "posfacu", no. Además, me siento orgullosa de eso, de haber estudiado, de haber transpirado la camiseta, pero ahora ya fue... la tengo puesta limpita y plachada otra vez, habrá que transpirarla entonces? quizá de eso se trate toda esta historia... después de todo -como dije más arriba y aclaro ahora para el distraído- la ropa limpia y planchada sabe que las metamorfósis no son del todo fáciles de aceptar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario